Ya llegaste a tu casa? Ya pusiste el agua de los fideos a calentar?

Ahora, sentate un rato y reite de vos mismo...

y sino, reíte de mi que estoy para el cachetazo...


miércoles, 20 de octubre de 2010

CARPE DIEM

Salgo del trabajo abrumada. El día fue largo. Me cansé de recibir mails mala onda, de discutir, de tratar de ser cordial aún en el peor momento, de hacer todo  para irme sin cosas pendientes. Pero fue imposible. El día terminó como todos los días, con más cosas para hacer mañana.
Y eso me preocupa. Me frustra. Me pone de mal humor. Como a todos. Como a muchos. El trabajo. La vida cotidiana. Los problemas propios y de otros. El viaje que no puedo hacer y que tanto quería. La remera que me gustaría comprarme y no puedo. Los zapatos que me encantaron y salen $500. El gato de mi amiga que está enfermo. La carrera universitaria que nunca termino. El departamento que no encuentro. El sueldo que no alcanza.
Y de repente suena mi teléfono. Acabo de terminar una interesante conversación sobre trabajos prácticos y carreras laborales. Suena y sé que algo está mal. Suena y lo veo venir. Suena y no lo esperaba, pero lo sabía.
De pronto mi conversación anterior pasó a ser banal. Mis problemas se convirtieron en polvo. Dejé de mirar si venía el colectivo y no supe cómo reaccionar. De pronto nada tuvo sentido y todo tuvo sentido a la vez.
Y sólo pude pensar en que rápido que nos olvidamos de cómo hay que vivir. Que cuando nuestros viejos nos dejaron nacer nos dieron un derecho, y que con todo derecho vienen las obligaciones  y que rápido nos olvidamos de ellas. Que nos tenemos que levantar todos los días como si fuera el último porque no sabemos cuándo lo va a ser. Que como dicen por ahí “no es la muerte de nadie no poder hacer siempre lo que uno quiere”. Porque la muerte es la muerte a secas, la muerte y punto. Y de esa no hay vuelta atrás. Y que cuando llega no avisa. O avisa pero es tarde. Y todo lo que no hiciste, ya no lo podes hacer. 
Y no intento deprimir con lo que digo. No quiero sonar triste y enojada. O enojada si. Pero enojada con la falta de conciencia que tenemos muchas veces cuando damos por sentado que tenemos un mañana. Cuando asumimos que para todo vamos a tener tiempo. Porque lo tenemos, pero abusamos de ello. Porque dejamos pasar las oportunidades de decir las cosas que queremos decir, de hacer las cosas que queremos hacer. Nos ahogamos en un vaso de agua, diría mi vieja. Y le dedicamos poco tiempo a la vida y mucho a los problemas.
Héctor Alterio gritó: “la puta que vale la pena estar vivo”. Y si. Vale la pena. Y aquel que no sepa como vivir, que lo haga por aquellos que no pudieron. En su memoria  aprendamos que al tiempo nadie lo tiene comprado, que no tenemos que dar nada por sentado, y que vivir es un regalo divino y una responsabilidad terrenal.

Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”, Oscar Wilde

   
Christian Daniel Argüelles (21/01/1983-19/10/2010)

La vida misma

La vida misma