Ya llegaste a tu casa? Ya pusiste el agua de los fideos a calentar?

Ahora, sentate un rato y reite de vos mismo...

y sino, reíte de mi que estoy para el cachetazo...


martes, 31 de agosto de 2010

Yo voy en tren

Estoy teniendo una amena conversación con el gerente de Recursos Humanos, y escucho salir de su boca las palabras mágicas: “El tren siempre para en la estación en algún momento, sólo hay que saber si uno está listo para subirse”.
Me paro entonces en el andén. No, no me voy a suicidar. Simplemente vuelvo a los momentos de ansiedad donde por querer crecer o ser, antes de lo debido, tomé algún tren equivocado; me acuerdo de la muñequita de torta, la que estaba lista para dar todo de si misma, que se entregaba, que era completa y segura, la que siendo maquinista llegó a la estación y se encontró con un pasajero sin boleto y sin ganas  de subir; pienso en mi vieja, que desde que compré la laptop no se conecta a internet y en mi, que no me acostumbro al mouse que se usa con dedito y un domigo a la noche entré al supermercado para comprar uno de usb, porque me gusta mi Dell, pero no estoy lista para tanto cambio; cuento las veces que arranqué una dieta y la dejé en el día, porque todavía no era mi momento Ser.  

Y llego al juego. Al maldito, arriesgado, fantástico juego, en el que es más difícil decidir cuándo se quiere o se puede estar listo para subir. Porque en esta estación pasan muchos trenes. Los de larga distancia, los que llegan rápido a destino, los que prometen un viaje seguro que resulta accidentado o un viaje placentero que luego no lo es. Y a veces, cuando después de mucho esperar sentado en el mismo banco, después de muchos viajes cortos, después de muchos juegos jugados sin gracia, llega alguno un poco más prometedor. Entonces tenemos que pensar si estamos listos para subirnos y disfrutar sin pensar en cuál será la próxima estación.

Algunas veces pasajeros, otras veces conductores, a todos alguna vez nos toca estar en la estación.

1 comentario:

  1. Palabras dignas de una buena observadora.
    Y aquí me tomo la libertad de citar un párrafo de la novelista Ursula K. Le Guin, del III libro de la saga 'Historias de Terramar', 'La costa más lejana'.
    Y cito:
    "Así damos siempre ese primer paso, repentino y rápido, que nos separa de la infancia, sin mirar atrás ni hacia adelante, sin cautela, y con las manos vacías."
    Ediciones Minotauro, 1987; pg. 14.
    Hoy ese 'párrafo' significa mucho para mí, y después de leer este ensayo tuyo, me pareció oportuno compartirlo. Espero te sirva de igual forma.
    ¡Saludos!

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La vida misma

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