Ya llegaste a tu casa? Ya pusiste el agua de los fideos a calentar?

Ahora, sentate un rato y reite de vos mismo...

y sino, reíte de mi que estoy para el cachetazo...


martes, 6 de marzo de 2012

De lobos y vampiros

La verdad es que nos encantan. Sisi. Nos ENCANTAN los chicos malos…
Desde chiquitas ya.  Desde que aprendemos a caminar. Porque nos la pasamos adulando a papá, que es bueno con nosotras, pero nos morimos de amor por el compañerito de jardín que nos pega en el estómago si lo perseguimos por todos lados.
Y empezamos a crecer y a jugar a las barbies y la historia sigue. Le robamos a algún primo el muñeco de “Rambo” o de algún súper  héroe con pinta de villano y aunque tengamos a ken, todo peinadito y bien vestido, Barby se enamora del otro. Y si solo lo tenemos a Ken, seguro que inventamos una historia donde la caga con su hermana, su prima, su amiga o su abuela.
En la adolescencia asentamos esta predisposición hacia los chicos malos y nos la pasamos enamoradas de los de cursos más grandes. De los que tienen novia, de los que se hacen los lindos, de los que les encanta saber que estamos ahí, baboseándonos en el recreo mientras los vemos hacerse los machotes boludeando entre ellos.  Y cuando vamos a bailar nos quedamos perdidas en la mirada de algún antisocial empedernido que no hace más que mantenerse solo a un costado de la pista. Porque nos parece “misterioso” “interesante” porque tiene ese algo que no podemos explicar. Ese algo que en realidad es frialdad, desconfianza, dificultad para expresarse, distanciamiento. Algo que no sabremos hasta adultas pero que igual, una vez que lo sepamos, nos va a seguir llamando la atención.
Y crecemos. Y esa obsesión que nos lleva a encapricharnos con ellos, crece a la par. Y nos convencemos de que ya conocimos a tantos “chicos malos” que ya la tenemos clara, sabemos cómo manejarlos, como llevarlos a decirnos lo que sienten, enamorarlos, cautivarlos, como cambiarlos. Si señores, como cambiarlos. Porque en nuestra terrible y ciega obsesión, creemos rotundamente que ellos, por nosotras, van a cambiar. Que de repente van a dejar de ser antisociales y se van a convertir en los payasos del grupo. Que van a dejar de esconder sus sentimientos para ponernos un pasacalle que diga “te amo” y mandarnos flores al trabajo por el día de la novia. Que de ser distantes, desconfiados, egoístas, egocéntricos, ellos van a pasar a ser los hombres más románticos, tiernos, expresivos y compañeros del mundo. Ciegamente creemos que eso es posible y sabemos, porque lo sabemos, que si eso llegara a pasar los dejaríamos sin dudarlo, porque nos aburren los tipos buenos y fáciles de manejar.
Queremos un tipo que nos llame, pero si llama mucho es un pesado. Queremos que nos diga que nos quiere pero si lo dice mucho es un inseguro. Nos molesta que no aparezca en todo el día, pero si no para de mandar mensajes queremos que se haga humo. Nos gusta que sea prolijo pero nos calienta si está engrasado. 
Porque nos gustan buenos… pero los queremos malos.
Y compruebo mi teoría mientras miro Crepúsculo y me vuelven loca las ganas de salir con un vampiro. Quiero que el atraviese la pantalla y me coma el cuello. Se lo regalo. Con un moñito. El podría terminar con mi vida en unos segundos, pero poco me importa. Porque las tiene todas. Es bueno pero su naturaleza es ser malo. Es intrigante, misterioso, peligroso. Tiene la mirada de antisocial empedernido. Y le dice cosas románticas, pero cada vez que se besan, él la deja con las ganas. Una y otra vez, el la  deja con las ganas. 
Y ella me dice “a mí no me gustan los malos, yo los prefiero buenos”. Pero está enamorada del Lobo. Como si el lobo fuera un osito de peluche…

1 comentario:

  1. ¡Usted no cambia, eh! Mis mayores congratulaciones por este trabajo ontológico, introspectivo, por tu "Gnoti Seauton". Con una mano en el corazón, terminé de leer esto y la conlusión enfatizó las palabras de muchos y algunas, soy un boludo. Mejor dicho, un buenudo. El que ella ve más como un gran amigo que como pareja. Pero... ¿¡Y lo que pasó anoche!? ¿¡Lo soñé!? Ustedes, las mujeres, no dejan de sorprenderme. Seguiré buscando pues, auquella que realmente sepa lo que está buscando para su vida, no cree? Besos y se extrañaban sus publicaciones!!

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La vida misma

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